El
momento estelar que vive la revolución, requiere de herramientas que
contribuyan a perfeccionar las políticas públicas y garantizar su eficiencia.
En términos estratégicos el gobierno socialista de Nicolás Maduro ha emprendido
la tarea de consolidar la fórmula de transferir poder al pueblo con el llamado
“gobierno de calle”; desplegando el gabinete hacia los campos sociales en los
espacios urbanos y rurales atendiendo directamente las demandas de la población
y lo más importante, haciendo seguimiento
de las políticas y programas ya emprendidos por la revolución. Con esto se
busca convertir el lema de Eficiencia o
Nada! en la estrategia vanguardista para engranar responsabilidades, en el
marco de la ejecución del Plan de Desarrollo Socialista de la Nación 2013-2019.
En este punto, el debate es
fundamental para avivar la conciencia sobre la urgencia de terminar de
pulverizar el antiguo sistema oprobioso de la derecha, que aunque derrotado
electoralmente, todavía mantiene algunos rezagos infames en el burocratismo de
la administración pública, en la ceguera sobre los verdaderos y acuciantes
problemas del país y en el infortunio capitalista, responsable principal del
egoísmo que incita a la deformación de valores, al consumo desmedido, a la
destrucción de los recursos naturales y al desborde de la propaganda subversiva
contra la política revolucionaria y el sentido humano de la vida. Por eso en la
concepción revolucionaria del poder, la consigna debe ser todo el poder para el pueblo, pero también la integración del
trabajo consciente del alto gobierno, orientado por las capacidades para pensar
con amplitud y sinceridad sobre los problemas de la praxis revolucionaria y el
desarrollo socialista. Como complemento a esta política se crean las Regiones Estratégicas de
Desarrollo Integral,
a los fines de innovar en el seguimiento a los
planes y medidas gubernamentales para reforzar la eficiencia de la gestión
pública y como lo ha señalado el propio
Jefe de Estado, la idea es un mejor gobierno, más socialista, más humano y más
chavista. En este sentido, las seis regiones de desarrollo: Central,
Occidental, Los Llanos, Oriental, Guayana, Marítima e Insular, inspiradas en
las Redes Estratégicas de Defensa Integral, son la punta de lanza para hacer
cumplir los grandes postulados del Plan de la Patria. En esta tarea, es
necesario articular tanto el trabajo de las instituciones y el pueblo, como de
los órganos comunicacionales y los temas de agenda deben garantizar la
construcción de un catastro social que englobe la orientación hacia un modelo
de desarrollo cuidadosamente avalado por los grandes objetivos históricos del
“Plan Socialista” de la patria, pensado siempre en una prosperidad y bienestar
sustentado en las responsabilidades compartidas, en la ética de la gestión pública,
en la ejecución de planes, programas y proyectos, en la mejora de las
condiciones de vida, en la reducción de las desigualdades, en la ampliación de
la inclusión social. Siendo así, es de esperar que las grandes Misiones y las
Micromisiones cuenten con una intervención apropiada a las exigencias sociopolíticas y al marco contextual
en los cuales se busca impactar. Por eso un elemento fundamental es el apoyo en
el trabajo y en torno a ello el propio Presidente Nicolás Maduro, decidido a
cambiar la forma de lucha, ha hecho un llamado a la clase trabajadora para que no
solamente esté preparada para movilizarse y demostrar el alto nivel de
conciencia revolucionaria, sino a la vez para
comprometerse a fondo con las grandes tareas trazadas por el gobierno
socialista. De allí que se podría catalogar el “gobierno de calle” como el
principal desafió en el camino socialista hacia una “Gestión de Gobierno
Perfecta”. La apuesta entonces es por el futuro y por una política de altura
que obedezca a una doble orientación, la regeneración de la administración del
Estado en sus formulaciones críticas e implementación de las políticas públicas
y en reconocer a escala local, regional y nacional, que las soluciones mediante
la organización participativa son posibles. Todo ello requiere poner en el
vértice de las tareas ideológicas, organizativas y de gestión, la ética de los
deberes, no como expresión abstracta, si no como referente para la acción, para
la reforma de las mentes y como principio para el autoexamen sobre las deficiencias,
las debilidades, los errores y las fallas incubadas en el interior del aparato
burocrático. Por ello la vía inmediata para pasar de la burocracia frágil a la
democracia auténtica y a la Revolución fuerte, implica un cambio de espíritu y
sobre todo despertar al pueblo y fomentar su interés en los grandes temas del
pensamiento revolucionario y hacerse cargo de los grandes problemas, dejando de
lado el escepticismo, la desconfianza y la mala hierba de la corrupción. “Eficiencia
o Nada” es el eslogan y de lograrlo tendremos una gobernabilidad verdaderamente
liberadora y una gestión orientada, como mandaba Hugo Chávez, hacia la
verdadera felicidad social. En función de esos principios la nueva cultura
administrativa supone acompañar el
fortalecimiento del poder popular en todas sus expresiones, y su conexión
directa con las zonas de desarrollo ideadas en este momento histórico para
fortalecer la nueva hegemonía de la política presidencial, cuyo liderazgo tiene
en Nicolás Maduro la posibilidad de romper los eslabones de las debilidades y
aplicar el poder bajo el “método de la planificación estratégica” como mejor para cumplir esta tarea,
adelantar el proceso participativo, resolver las incertidumbres, y trazar junto
a su equipo de trabajo una línea de propósitos para actuar en consecuencia.
Hugo Cabezas
Caracas 1 y 30 pm
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