El manejo de la economía de un
país es competencia de quienes dirigen desde el gobierno al Estado. En
Venezuela, la riqueza petrolera determinó que fueran las trasnacionales en
componenda con las élites locales quienes dirigieran la economía para beneficio
de sus intereses en detrimento de la gran mayoría nacional. La revolución
bolivariana dio un giro de 360° a esa política. Primero asumiendo el control
real de PDVSA, lo que valió el golpe de estado de 2002; luego diseñando e
impulsando una verdadera Economía Política, cuyo fin último es “servir al ser
humano” como tácitamente lo precisó en más de una ocasión el Comandante Chávez.
Ese legado lo asume el nuevo
Gobierno Chavista del Presidente de la República Nicolás Maduro con la
necesidad de hacer frente a una guerra económica que, es bueno decirlo, inició
desde 2012 con el objetivo de generar descontento en la población por medio del
hambre, como herramienta política, finalidad real del desabastecimiento y la
especulación.
La coyuntura requiere del manejo
audaz y eficiente tanto de los recursos como del escenario político, a fin
consolidar la mayoría que apoya la revolución, pero además de capitalizar
progresivamente esa parte del país (49%) que no cree capaz al actual gobierno
de superar la crisis parcial que ha devenido producto entre otros de la guerra
económica. Esa situación no podemos obviarla y el Gobierno asume la necesidad no
solo de implementar políticas sino de comunicar políticamente esta disposición
a todo el país, el chavista y antichavista, no para sus elites sino para ese
pueblo que no ha comprendido aún el proyecto. Así, el Gobierno Chavista del
Presidente Maduro ha impulsado un nueva política cambiaria; ha reimpulsado una
ambiciosa política de distribución de alimentos a precios justos (Mercal y
PDVAL) junto a una rigurosa política de fiscalización y seguimiento de la
actividad económica contra la especulación, promulgando una Ley para regular la
venta de vehículos, aumentado el salario, reimpulsando la industrialización y
más recientemente llamando a grupos económicos a revisar en el marco de las
leyes, su accionar para “garantizar” su correcto proceder. Han sido un conjunto
de políticas no solo una “reunión con un sector del país” que no por ser
nuestro adversario vamos a ignorarlo, cometiendo un error estratégico.
Pero hay algunos a quienes esta
disposición les molesta. De inmediato denuncian debilidad del gobierno y hasta
traición. La autocrítica revolucionaria debe siempre existir para desnudar
errores pero también para PROPONER soluciones. Quienes ven en la disposición
del Gobierno a dialogar incluso hasta con La Polar, signos de debilidad, son
los mismos que solo tres semanas atrás decían que el Presidente Maduro debía
entender que la coyuntura política era otra y en consecuencia leer el país de
otra manera. Pero cuando se actúa también critican y más allá destruyen.
Dijo el Presidente Maduro que
estaba dispuesto a sentarse con “el Diablo” de ser necesario, para garantizar
la Paz nacional y ha cumplido, sin despegarse ni un solo instante del mayor
legado del Comandante Chávez, la ETICA CHÁVISTA, esa que garantiza que
cualquier estrategia que siga nuestra soberana Política Económica “sea siempre
en servicio del ser humano”, esa ética que ha construido una política eficiente
que ha permitido a Venezuela ubicarse entre los 47 países del mundo con un
Índice de Desarrollo Humano Alto según el informe 2013 del PNUD.
Hugo Cabezas
Caracas 11 y 58 am
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